jueves, 24 de julio de 2014

Proyectos.

0 Brisas del viento~
--¿Podré algún día hacer un diseño como ese?
--Obvio que sí, confía en ti y no te dejes estar.
Te costó tan poco vaciar el bolsillo para comprar cosas que crees útiles para lo que quieres conseguir pero estas cagada de miedo. Miedo al fracaso. A el gasto inútil y perdido. Te cuesta tener fe en ti y relajarte para que las cosas salgan bien. Dejar de atraer malos pensamientos con esas ideas.Tienes que empezar a pensar positivo, esforzarte y no perder la intensión. Tienes talento o crees tenerlo, práctica lo y haz que el proyecto por fin tenga una forma y -aunque sea corta- una meta.

No, no, saca esos malos pensamientos nos dejes que sigan aislándote de ese metro cuadrado. Tu puedes ser más. Quieres ser más. Puedes ser más:  Sé más

domingo, 20 de julio de 2014

# Mucho o Poco

0 Brisas del viento~
¿Se puede tener mucho de algo y aún así no cansarse? ¿Y tener poco de algo pero que te sea suficiente? Pareciera que sí, pero por alguna razón mi mente sigue confundida. A veces pienso que es mejor tener algo seguro que empezar de nuevo, porque empezar de nuevo implicar riesgos que no quiero correr; uno de ellos perder lo viejo, otra es hacer daño y finalmente salir herida. Le tengo miedo a lo desconocido y a perderme a mi misma en el camino buscando a su vez esa 'atención'. Atención que consigo de las peores formas posibles a veces, sobre dramatizando mi vida, aunque si no lo hiciera tampoco sería yo.
Siento que nunca empezaré de nuevo si no me libero de ciertas ataduras, pero a su vez siento que la forma de liberarme de esas ataduras es empezar de nuevo. ¿Cual es la traba más difícil? ¿Cuál la más viable para mi? Y por sobre todo ¿Cuál hace menos daño?

miércoles, 16 de julio de 2014

# ¿Cambios..?

0 Brisas del viento~
        
       El tiempo pasa, se supone que no en vano. Pero es triste notar como es que a pesar de ese tiempo hay cosas en mi que no han cambiado y que si mi ambiente sigue cambiando. Ha dado tantas vueltas que me siento un poco mareada. Pienso más rápido de lo que logro actuar e incluso he llegado a entender que solo fue mi cabeza la que maduró y sigo actuando como a los dieciseis: lloro menos, pero sigo actuando también.
        Me siento algo desorientada o es que als distracciones ya no son lo suficientemente fuertes para acallar las inquietudes que el resto de mi vida tiene.

        He obrado mal, de eso no tengo dudas. Y soluciones, dislumbro bastante pocas.
Las  vacaciones de inviernos se me harán pequeñas con todo en mi cabeza y además las cosas que quiero seguir, con las pocas obligaciones que me quedan.

        ¿Y si no doy el ancho? eso retumba en mi cabeza con mucha constancia como para poder ver el vaso medio lleno. No estoy del todo sola como en algún momento creí.

* Un viaje a Londres; Capítulo 4 Unos cafés

0 Brisas del viento~
Un viaje a Londres.
Capítulo 4: Unos Cafés.

Debía admitirlo, le había cambiado el ánimo del cielo a la tierra, mejor dicho al revés. Y es que el chico de ojos avellanos simplemente era tan divertido, decía todo lo parecía pensar sacándole más de una sonrisa en el camino.

—Y en se momento, simplemente tuve que salir corriendo, no quería ser grosero, pero en serio esa chica era algo psicópata y te lo digo porque no es la primera vez que trato con una —rió él un poco nervioso con imágenes mentales de la situación.

—Si claro, como si tantas chicas te siguieran y tú físico diera para correr más de 4 kilómetros —bromeó Paulette un tanto en serio mientras sólo tiraba el comentario al aire con una sonrisa escondida en su sorbo de café que estaba por terminar.

Nunca había sentido tanta pena de terminarse un café a pesar de hacerlo de forma muy lenta. No quería marcharse al menos por ese momento, tanto reírse la había hecho liberar tensiones y volver a la academia, sin importar la clase siguiente, le costaría varias explicaciones. Sin embargo no podía evitarlo por siempre.

Suspiro discretamente.

—¿De verdad no crees que puedo correr más de un kilómetro? —preguntó con aire de ofendido y risa, levantándose de su silla frente a la chica para ganarse a su lado.

Paulette no le quitaba los ojos de encima, estaban fijos, desafiantes por parte de ambos. Se hizo un silencio una vez a su lado.

—¿Y bien? —rompió el hielo.

Justin sonrió pícaro.

—Pues mira tú misma —señaló subiéndose la playera mostrando sus marcados abdominales.

Ella tomó un poco de aire un tanto confundida, no, más bien colorada entre rabia y vergüenza. Hizo silencio y el chico sonrió burlesco.

—Bien tú ganas, tienes razón —se quejó con un puchero la pelinegra— ¿Feliz?

—Si eso te enfada, creo que no —respondió con un puchero parecido, quitando la imagen de un chico rudo con abdominales y de una ternura desbordante.

Paulette sólo respondió con una sutil sonrisa que desapareció parcialmente al segundo siguiente. Había terminado su café. Una pequeña mueca torcida se dibujó en sus labios, realmente no quería marcharse.

—¿Quieres otro? —preguntó abruptamente el chico inclinado cerca de su rostro con una sonrisa, tan rápidamente, que parecía haberle leído el pensamiento a la pelinegra, ya que estaba segura de no haber mencionado sus pensamientos en voz alta.

No alcanzó a dar una respuesta, ya que en dos parpadeos en los que intentaba comprender la pregunta, Justin ya había ido a la barra por otra taza. Protestar era inútil y tuvo que guardarse su queja en el bolsillo. El chico era bastante extraño, de eso no había duda, ya que su primera impresión de él ya estaba completamente cambiada.

—Aquí tienes —irrumpió en sus pensamientos de nuevo poniendo el café frente a ella—. Estás callada, antes no parabas de reír ¿pasó algo? Creo que no estoy haciendo bien mi papel de distractor ¿Acaso esperas que haga un baile ridículo? —mencionó apresurado algo nervioso, pero con preocupación en su voz.

—No, no, no, para nada, no te preocupes —trató de excusarse avergonzada—. No hace falta —rió suavemente por lo último—. Gracias —susurró tomando el café mirando la taza algo perdida.

— ¿Tienes que marcharte? —preguntó él en un susurro nervioso ante su reacción apagada.

—La verdad sí, pero no quiero hacerlo —confesó suspirando con pesadez evitando mirar a Justin directamente, que sonreía ampliamente.

—¿A dónde tienes que ir? —continuó preguntándole a Paulette borrando un poco su notoria sonrisa.

—La academia de música —respondió metiendo su mano a un bolsillo cercano para sacar su horario.

Excelente, se había perdido una clase completa. Y la siguiente empezaba dentro de veinte minutos, era la de improvisación.

—Espera un momento… ¿La academia de música de Londres? —preguntó Justin algo crédulo.

—Ajá —murmuró ella como si fuera normal bebiendo su café.

—Wow, estoy sorprendido —admitió aún sin creerlo del todo mirándola directamente— ese día que chocamos te había escuchado cantar, no digo que lo hicieras mal —se defendió en el acto por la mirada de recelo de la chica, casi un asesinato en mirada—, sino que no creí que ese fuera el motivo por el que te encontraras en Londres.

Una leve sonrisa se asomó en los labios de Paulette, se alegraba por el cumplido, sin embargo era inevitable volver a pensar en la primera clase y lo mal que estaba haciendo todo huyendo y saltándose clases sin llevar más de un día.

—Tengo que irme aunque…no quiero hacerlo —suspiró con pesadez después de una pausa algo insegura.

—Te acompaño —se ofreció con rapidez—, además creo que no tienes para un taxi y te has venido caminando —comentó de forma normal Justin—. Tardaremos menos —se justifico antes de que la pelinegra pudiera protestar.

—Sólo porque voy atrasada —bufó con enfado infantil.

Ambos rieron saliendo de la cafetería para tomar el taxi.

Hasta ese momento Paulette no había notado lo lejos que estaba, había caminado muchas cuadras en lo ensimismada que estaba, lo molesta, lo frustrada esa sensación que tenía en el estómago en ese momento le estaba volviendo recordando lo sucedido. Suspiro fuertemente tratando de sacarlo, pero no sucedió del todo.

—Hemos llegado Señorita —murmuró el taxista sacándola de su ensimismamiento de súbito.

—Gracias —respondió ella abriendo la puerta y mirando a Justin con una leve sonrisa.

—Espera, no esperarás que deje que te vayas así no más —mencionó abriendo su puerta luego de darle el dinero al taxista.

—La verdad si lo esperaba, aunque gracias por todo —mencionó con una sonrisa encaminándose sin despedirse.

El chico caminó a su lado hasta la gran entrada.

—No me iré sin tu número para volver a tomarnos un café —habló decidido un poco osco, haciendo a Paulette recordar al Robert y molestarse.

—Pues de partida podrías pedirlo y no exigirlo ¿no crees? —preguntó con sarcasmo y molestia en su voz que podían notarse claramente.

—Lo siento si soné brusco, toma aquí tienes el mío —le entregó un papel en su mano, besó su frente y antes de que ella protestara se marchó.

Estaba parcialmente ruborizada, podía sentir el calor en sus mejillas, quería gritarle algo, pero la verdad es que había sido lo bastante dulce que no tenía nada que recriminarle, sólo ella misma tenía recriminaciones para si.

—Bravo, ¿así que por eso te fuiste de clase? Que gran perdida de tiempo. ¡Ah! y de la beca —escuchó tras sus espaldas.

Continuará

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