lunes, 6 de junio de 2011

Un techo para Chile

Siempre me imaginé lindo que era la experiencia, la emoción que se te acumula en el pecho al inicio y al final, el esfuerzo y todo lo que costaría y dolería. Sin embargo, todo lo que me imaginé que era, era la nada con haber estado ahí, fue millones de veces mejor, trillones de veces más de todo.

Ahora me duele el cuerpo luego de todo, muchísimo, y posiblemente me duela también mañana y pasado, pero por haber visto a esa familia feliz, a esa dueña de casa feliz emocionada completamente me provocó una sensación indescriptible.

Me enojé varias veces por que las cosas no cuadraban, que me decían algo y hacían otra, por que había gente que simplemente no hacía nada y en un momento mi aporte fue nulo como en otros momentos fue extremo.

Me puse de guata al piso a sacar tierra con las manos, quedé toda sucia, terminé con tierra por la ropa interior, los calcetines, el pelo y la nariz, con un frío cerca de la cordillera que te lo encargo junto con el dolor de mis piernas, brazos y espalda en estos momentos. Aprendí chuzear, a romper piedras y ramas que parecían troncos con el chuzo, que debo decir, no es nada liviano, aprendí a nivelar con agua y manguera, me aprendí todas las medidas y levanté pisos y murallas. Me subí al techo, ayudé con las tachuelas, el zinc, todo.

Y valió la pena por ver a esa familia feliz, emocionada, que luego de ese paso, en espero que no más de un año o dos, tengan por fin su casa definitiva, donde vivir, donde crecer.

Conviví con gente que había visto y ni había hablado, comí los fideos más ricos del mundo de la pura hambre. Y me fui en bus muerta de risa atrás por muchas estupideces que se decían y hacían; pegándonos ponchos, cantando, pelando, contándonos chistes, molestando, etc.

Fue una experiencia espectacular. Nos mostró que hay que luchar por lo que se quiere, sea poco sea mucho, que todo se logra, que nos podemos apoyar y hacer un cambio aunque sea mínimo. A valorar lo que tenemos y quejarnos menos.

Espero poder ir a los trabajos de invierno del techo para Chile, y a los de octubre del colegio, porque aunque no cambie el mundo puedo hacer un granito de arena con mi sudor y esfuerzo, todo por ver a esa gente feliz y contenta por cumplirles un sueño, eso de verdad no tiene precio alguno.

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